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Fátima Cañadas, egresada UMA, construye una sociedad más inclusiva desde El Salvador

Nov 16, 2022

Es @tumaestraadomicilio en TikTok, Instagram y Facebook; ofrece charlas y talleres sobre autismo a particulares y empresas, y tiene su propio espacio psicoeducativo en El Salvador, donde reside desde hace cinco años. Fátima Cañadas es egresada de la Especialización en Atención Psicoeducativa del Autismo (2017), y nos cuenta cómo ha logrado integrar tantas formas de ayudar con su profesión.

Escribir su historia ha sido emocionante para ella por la nostalgia y la felicidad que significan hablar de la Universidad Monteávila: “Es esa huella que siempre me va a acompañar, el trampolín que me inspiró y me impulsó a continuar aportando mi granito de arena a familias, niños, jóvenes y adultos con autismo”.

Soy Fátima Vanessa Thamara Cañadas Reyes, tengo 32 años, emigré en febrero de 2018 de mi amado país con mi esposo y mis dos hijos, y vivo actualmente en El Salvador, lugar que me ha abierto muchas puertas a lo largo de este tiempo. Me desenvuelvo como psicopedagoga; brindo un abordaje individualizado a niños y jóvenes con autismo; apoyo en el proceso educativo regular; y soy creadora de contenido digital, actividades y recursos educativos que comparto de manera gratuita.

Mi interés por el autismo surgió desde que inicié mi carrera en Educación Especial en 2006. No sabía exactamente por qué, pero siempre estuve interesada en aprender, en formarme en el área, y años después asistí a una charla en la que participaba como ponente la profesora Wendy Estrella, quien me habló de la Universidad Monteávila y de la Especialización en Atención Psicoeducativa del Autismo. De inmediato, inicié las averiguaciones para ser parte de ella.

Aún conservo la captura de pantalla del día que recibí el correo de admisión en la universidad, y es que realmente la Monteávila fue más que mi alma máter, más que mi casa de formación. Allí me proporcionaron todo el contenido teórico y práctico de la mano de excelentes profesionales, profesores que siempre guardaré en mi corazón, porque realmente marcaron mi vida profesional e, incluso, personal.

Guardo muchas anécdotas de la época cuando estudiamos la especialización. Siempre recuerdo el día en que el profesor Aramayo nos dijo que de la Monteávila debíamos salir con la frente en alto y siempre, pero siempre, caminar con mucho orgullo. Ese día fue muy gracioso para todos, pero cuánta razón tenía. Somos afortunados de ser egresados de esta universidad. 

Compartir mi historia como egresada significa mucho, va más allá de relatar una serie de acontecimientos. El camino a veces puede ser largo, a veces es difícil, pero si nos motivamos entre todos a alcanzar nuestros sueños, a no perder el enfoque, a hacer las cosas desde la vocación, habremos ganado mucho.

Lo que empezó de casa en casa llegó a las redes sociales y a la televisión

Mis inicios fueron a domicilio, me trasladaba con mi infaltable lonchera mágica, como la llamaba, a la casa de algunos niños, y a principios del año 2020 decidí incursionar en las redes sociales. Así nació @tumaestraadomicilio, una cuenta en Instagram y Facebook que tenía el propósito de compartir con otros aquellas actividades e ideas que yo estaba llevando a la práctica.

Tres meses después llegó la pandemia y todo cambió, pero fue en esos meses precisamente cuando la comunidad en ambas redes sociales empezó a crecer. Empecé a darle un sentido más integral, quería informar, quería apoyar. Junto a otros colegas, hicimos lives, talleres, charlas y otras dinámicas para apoyar a muchas familias. 

Posteriormente, llegué a TikTok, donde estamos muy cerca de ser una comunidad de 20 mil personas, y cada vez se suman más y más. Eso me llena de satisfacción, pues me da la oportunidad de informar sobre el autismo de una manera diferente, a través de videos cortos, con un lenguaje más sencillo, motivando a la sociedad a practicar la empatía y la compresión. Algunos incluso con un toque de humor respetuoso, con la intención seguir derribando mitos.

El 27 de noviembre se cumplen dos años de haber materializado un sueño. Después de haberme trasladado a muchos lugares de El Salvador, logré abrir mi propio espacio psicoeducativo en plena pandemia. Tenía miedo, porque en ese momento todo era incierto, no estaba segura de si realmente podría lograr que los niños empezaran a asistir de manera presencial. Inicié con dos participantes, una pequeña y un joven. Fueron ellos quienes me mantuvieron firme, y poco a poco más y más niños se fueron incorporando.

Hoy seguimos creciendo, dando siempre lo mejor en cada sesión. Y siguen apareciendo nuevas oportunidades y espacios que me permiten continuar informando con más alcance. He sido entrevistada en prensa y radio, y eventualmente me invitan a programas de televisión. Brindo charlas y talleres a los que incluso se han sumado empresas, lo cual me llena mucho, pues aprender de autismo es tarea de todos. La sociedad integradora por la que luchamos parte precisamente de una que esté verdaderamente informada.

Cada 2 de abril, desde hace dos años, organizo una caravana por el autismo, esperando que siempre sean más y más personas las que se sumen a dar visibilidad. He generado alianzas educativas con diversas marcas, hemos desarrollado muy buenos proyectos, he asesorado a estudiantes universitarios del área de psicología. Todo esto, en conjunto, solo se resume en una palabra: gratitud. 

En este camino han aparecido nuevos sueños, metas y objetivos por los que sigo trabajando. Sueño siempre en grande, quiero transformar mi espacio actual en un centro de atención y hacer un enfoque especial en mis jóvenes, enseñarles un oficio, ayudarlos a que sean cada vez más independientes, apoyarlos en todo lo que pueda.

Gracias a la Universidad Monteávila por esta bonita oportunidad de compartir con otros mi historia.