En una era donde el saber académico debe caminar de la mano con el compromiso social, desde la Universidad Monteávila hemos logrado consolidar un puente entre la teoría y la acción con la Clínica Jurídica. Esta iniciativa, impulsada desde la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, ha permitido a los estudiantes aplicar sus conocimientos de forma práctica y también conocer realidades, despertar conciencias y ayudar a personas con problemas reales.

Durante los últimos dos semestres del año académico 2024-2025, estudiantes de octavo semestre han brindado asesoría jurídica gratuita y primaria en comunidades vulnerables como San Blas de Petare, Boleíta y Baruta en conjunto con aliados como Salud y Familia. Han gestionado casos en áreas tan diversas como derecho penal, mercantil, procesal y protección civil, alcanzando una tasa de resolución del 80% en más de 25 solicitudes de ayuda legal, de acuerdo con los datos recopilados por los estudiantes.


La Clínica Jurídica cuenta con el apoyo del profesor Irving Maurell, coordinador y tutor de uno de los grupos de estudiantes, así como también con la participación y mentoría de los profesores y abogados Miguel Galindes y Miguel Bravo. Juntos conforman el equipo de tres tutores para la coordinación del servicio comunitario de la universidad.
“Ha sido súper interesante el crecimiento profesional y personal de los alumnos que están participando en el servicio comunitario en esta Clínica Jurídica, porque han podido poner en práctica esos conocimientos, esas destrezas que han ido adquiriendo desde el primer día de clase hasta ahora, pero principalmente también han adquirido una sensibilidad humana que los conecta con las personas, que les permite identificar cuáles son los verdaderos problemas de la gente desde un punto de vista humano además de profesional, con lo cual han adquirido una capacidad y una empatía para tratar a las personas y sus problemas desde un punto de vista profesional”, explicó el profesor Irving Maurell.

Esta experiencia no sólo les ofrece la oportunidad de manejar documentos como actas de asamblea o títulos supletorios, sino también entrenar la empatía: esa capacidad de escuchar, entender y actuar desde una vocación profundamente humana.
La Clínica Jurídica además de ofrecer asesorías legales, también imparte en estas comunidades talleres de resolución de conflictos.
“Las actividades consisten básicamente en dos, recibir las solicitudes de asesoría y también los talleres de formación en orientación jurídica y ciudadana para informar a las personas sobre el alcance de sus derechos y sus obligaciones en los problemas más sensibles”, dijo Irving Maurell.
La acogida por parte de las comunidades ha sido extraordinaria de acuerdo con los estudiantes. Talleres sobre derechos ciudadanos, asesorías personalizadas y un trato ético y profesional, han convertido esta clínica en un espacio seguro para quienes no pueden costear asistencia legal. Este modelo de formación-acción fortalece el tejido social mientras brinda a los futuros abogados la oportunidad de descubrir el verdadero rostro del derecho: el servicio.
Actividades como la Clínica Jurídica no deben verse como simples complementos del pénsum. Son esenciales. Representan una universidad con los pies en la tierra y la mirada en el país que quieren construir. Desde la Monteávila creemos y entendemos la importancia de que la academia no tema involucrarse, porque comprendemos que el conocimiento jurídico cobra vida y sentido sólo cuando se pone al servicio de quienes más lo necesitan.