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Tatiana Aguilera: “Sin el cine documental el mundo no tendría perspectiva histórica o creativa”

Nov 17, 2023

En 1897 Manuel Trujillo Durán filmaría Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo, película que marcaría el nacimiento del género documental en Venezuela. Aquella producción fue también una prueba de los inicios de la cooperación venezolano-francesa, pues utilizó equipos de los célebres hermanos Lumière.

En torno al Taller regional mixto de Escritura y Desarrollo de un Proyecto Documental en el marco del 18º Festival de cine documental Francés realizamos el Encuentro Académico de Documentalistas para intercambiar experiencias y reflexiones sobre el cine documental de creación. 

La iniciativa fue elaborada en conjunto con la Embajada de Francia, la Delegación de la Cooperación Francesa para América del Sur y el apoyo de los Talleres Varan en París, así como de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC).

En las palabras de apertura y bienvenida al evento, Gerardo Fernández, presidente del Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico de la Universidad Monteávila, señaló que “cine y tecnología van de la mano. La tecnología ofrece herramientas para su imaginación y composición”.

La decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Monteávila, Tatiana Aguilera, también recalcó la importancia del documental. Explicó que sin él, el mundo sería triste y gris, sin perspectiva histórica o creativa. 

Como invitados al encuentro se presentaron Cristina Seghezzi, Atahualpa Lichy, Mariángeles Pacheco, Alejandro Picó, Andrés Rodríguez y Carlos Oteyza, quienes destacaron puntos clave respecto al proceso de producción, investigación y relevancia del documental. 

Seghezzi y Lichy conversaron acerca de “El documental, de la escritura a la película terminada. Todas las etapas para la creación de un documental con la filosofía de Los Talleres Varan”. “El documental es de verdad una aventura. El documentalista tiene que estar abierto a todo lo que puede suceder”, expresó Lichy. “El natural de la respuesta es importante tenerlo”, añadió en relación al rol de la espontaneidad en la producción.

Seghezzi, por su parte, indicó que piensa que la puesta en escena y el filmar en ficción es más fácil en comparación a la del documental. “Es como filmar también el invisible”, dijo. 

Sobre la filosofía de Los Talleres Varan, comentó que “es haciendo que se aprende el cine”.

La ponencia de Pacheco llevó por título “Mi primer documental. Producir un documental hoy en Venezuela”. La realizadora contó su experiencia elaborando el cortometraje Mi retorno, centrado en la historia de Mario Díaz, “El poeta de Requena”, ícono de las comunidades de joroperos. 

“Quería conversaciones cercanas con Mario Díaz, saber de su vida, de su infancia, pero también de toda esta movida joropera. Quería imágenes del baile y que la gente, la audiencia, se emocionara”, afirmó Pacheco. “Hay que ir con la mente abierta y con una idea clara de lo que quieres, pero finalmente te consigues con situaciones inesperadas que en algunos casos se convierten en la historia”, agregó en cuanto al proceso de guionismo y producción en sí. 

La tercera presentación estuvo a cargo de Alejandro Picó, quien conversó sobre “Hacer cine sobre cine. La investigación en el proceso de la elaboración de un proyecto documental”. Picó estuvo a cargo de la dirección y escritura de Un país llamado El Pez que fuma, largometraje documental que recoge testimonios y detalles de la realización de la película de 1977 de Román Chalbaud. 

Para Picó la idea detrás de su cinta nació por su pasión por el “detrás de cámara”, algo que sentía que hacía falta en el cine venezolano y que, preocupado, decidió cambiar.

Andrés Rodríguez, por otro lado, habló sobre “Fronteras entre documental y ficción. El documental y la ficción, dos formas de contar historias”. El director aseguró que la línea entre ambos géneros es fina y se vuelve indeleble. “Cuando haces ficción parecieras hacer documental. Y cuando haces documental parecieras hacer ficción”, mencionó Rodríguez. 

“El cineasta es una especie de vampiro que se alimenta de emociones”, aseveró el cineasta. Aclaró que a diferencia de la criatura fantástica, el cineasta es positivo, ya que tiene que dejar algo al espectador. “La realidad es más rica de lo que uno puede imaginar”, indicó. 

Finalmente, Oteyza se presentó con una ponencia titulada “Patrimonio documental, memoria e identidad. Usos de los archivos en el cine documental”. Utilizando de ejemplo a El Reventón, Tiempos de Dictadura y Mayami Nuestro, tres de sus obras, el documentalista hizo alusión a diferentes recursos que pueden utilizarse como material de archivo, tales como hemerografías, ilustraciones, testimonios y películas.

“La investigación es la base del documental”, expusó Oteyza. “Hacer documentales requiere una enorme pasión”, apuntó. Para el realizador, la única manera de hacer una buena película es trabajando.