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Conversamos sobre la alimentación saludable y la labor docente

Jun 22, 2023

Comprender desde una edad temprana la importancia de una dieta saludable incentiva la formación de hábitos y conductas alimentarias positivas. Es responsabilidad de los docentes promover el desarrollo de un estilo de vida sano en los niños y adolescentes que atenderán.

Durante el conversatorio “Rol del docente en la salud nutricional”, organizado por la Facultad de Ciencias de la Educación, se abordaron temas como la alimentación saludable, la sustitución de alimentos, la lonchera escolar y los hábitos alimenticios con el apoyo de CANIA (Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano), organización que forma parte del compromiso social de Empresas Polar y que cuenta con 28 años de experiencia en materia de salud nutricional. 

Pedro Buitrago, nutricionista, y Dilcia Esquivel, psicopedagoga, fueron los ponentes principales del conversatorio, y explicaron al público qué comer y cómo comerlo para que así pudiera entender cómo manejar la salud y la nutrición desde el rol de la persona, más allá del de docente.

Buitrago detalló que la alimentación saludable no se reduce a una definición en específico, sino que implica varios factores: que sea balanceada, nutritiva, inocua, sostenible y amigable con el medio ambiente.

Igualmente, el nutricionista indicó que en el día deben consumirse idealmente cinco comidas que incluyan los seis grupos de alimentos. Respecto a cada grupo, mencionó que los vegetales y las frutas deben recibirse cinco veces al día, los granos tres veces a la semana y la carne roja tres veces a la semana, aunque aconsejó intentar priorizar las carnes blancas por sus beneficios.

“Siempre tiene que estar presente el grano (caraota, lenteja, arveja), pero debe estar presente también algún cereal (arroz, cualquier derivado del trigo, avena o maíz)”, aseguró Buitrago.

El especialista señaló que la manera de cuantificar las porciones a servir a los niños es por medio del tamaño de las palmas de sus manos o su puño, dependiendo del alimento en cuestión: para las verduras, el tamaño de ambas palmas de la mano del niño juntas entre sí; para las carnes, el tamaño de la parte de la palma sin los dedos de la mano; y para frutas, granos, cereal, panes, tubérculos y plátanos el tamaño del puño cerrado.

Otros consejos que comentó Buitrago fueron favorecer e instar al consumo de agua, cuidar que la dieta no incluya tantos alimentos ultra procesados -como lo pueden ser jugos de caja o bebidas a base de polvo- porque pierden su valor nutritivo y fomentar hábitos de higiene personal, limpieza de alimentos y de los espacios destinados a su consumo.

Sobre la lonchera, el especialista destacó que tiene que contener un envase hermético para que no haya derrames, así como alimentos de diferentes texturas que abarquen diferentes grupos.

Tanto Buitrago como Esquivel resaltaron los beneficios y la importancia de la lactancia materna. “La lactancia es el primer contacto que tenemos con la alimentación como tal y de una u otra manera es la forma ideal de ofrecer esos nutrientes al niño”, apuntó Buitrago.

“Nuestra filosofía es cero biberón”, expresó por su parte Esquivel, quien también enumeró varias de las consecuencias negativas de su uso: puede ser un foco de infección por higiene, favorece la malnutrición ya sea por exceso o por déficit, y perjudica la fortaleza de la musculatura facial, lo que podría ocasionar problemas de lenguaje y de aprendizaje.

Esquivel enfocó su presentación en los hábitos y las conductas alimentarias, a la vez que especificó sus diferencias. “Conducta alimentaria es esa respuesta que tengo al momento de la comida: si estoy contento porque voy a comer, si más bien estoy triste, si me tienen que perseguir para darme de comer… Hábitos son estos aprendizajes, qué he aprendido de mi familia, las costumbres. Son conductas repetitivas”, dijo. 

“Las personas a las que voy a educar van a aprender de mí. Yo soy un modelo para el niño”, afirmó la psicopedagoga. Agregó que algunos de los problemas típicos es que los niños no quieran comer, rechacen alimentos e irrespeten el horario de cada comida. 

Para solucionarlos, sugirió que en caso de que haya rechazo a algún alimento, servirlo en pequeñas cantidades; para el respeto al horario de comida, fijar uno estable, agradable y sin conflicto para el niño; y también recomendó no utilizar distractores como el celular y la televisión durante el tiempo de la comida.

Por último, Esquivel hizo énfasis en el reforzamiento positivo con palabras y abrazos, al igual que en el reconocimiento con palabras del esfuerzo que el niño haga por comer los alimentos para impulsar conductas y hábitos positivos.