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La UMA son sus egresados: Kathleen Barrios

Mar 8, 2023

Una beca de excelencia académica en la Monteávila le abrió las puertas a un camino profesional en el que sigue destacándose y no ha dejado de formarse. Se graduó con mención honorífica Magna Cum Laude (2015), es abogada Senior en Lega Abogados, firma líder en el mercado venezolano, reconocida internacionalmente. También es egresada de postgrado de la UMA, como especialista en Propiedad Intelectual (2022). Orienta su trabajo en sectores industriales y comerciales del país.

Mi historia comenzó en el 2010, cuando la Universidad Monteávila me otorgó una beca por excelencia académica que me permitió formarme en esta grandiosa y respetable institución, que es también mi casa. Cinco años después de culminar el pregrado, supe la buena noticia de la Especialización en Propiedad Intelectual . Llegó el tiempo de pandemia y la UMA no tardó en reinventarse. Por primera vez, tuve la experiencia de formación en aulas virtuales. 

Incluso en clases a distancia, la Monteávila pudo crear una gran comunidad de alumnos. Aún en la virtualidad y sin habernos visto, salvo una clase presencial en toda la especialización, mantuvimos la cercanía a través de un chat para celebrar cada cumpleaños, hacer consultas, plantear dudas y compartir material relevante sobre propiedad intelectual. La universidad rompió paradigmas y barreras con medios tecnológicos, demostrando que lo difícil está en pensar que es difícil.

Antes había hecho también el diplomado en Derechos Humanos (2015). Me encanta estudiar y, sin duda, la Monteávila promueve ese hábito en sus alumnos. Así que, mientras cursaba el pregrado, fui delegada del Modelo de Naciones Unidas por tres años y aproveché para hacer conjuntamente el diplomado. En su momento, fui la única en presentar el trabajo final y obtener el diploma. Espero que hoy sean más los que hayan participado y estudiado esas 120 horas académicas con profesores de alta calidad.

Un año antes de que la UMA lanzará la especialización, me encontraba redactando múltiples -al menos unas 65- demandas de nulidad relacionadas a negativas de registros marcarios. Tuve que estudiar mucho para comprender y poder realizar un buen trabajo, razón por la cual, cuando me enteré de la especialización, además en mi casa, no dudé en inscribirme.

La Monteávila cambió mi vida. Al tener una beca por excelencia académica, tener profesores de calidad y una pedagogía increíble, así como un apoyo incondicional por parte de todos los colaboradores de la universidad, hizo que desde mi desempeño en las pasantías con el Dr. Ayala Corao se me abrieran grandes puertas y oportunidades. 

Al obtener mi título comencé a ejercer con el Dr. Faustino Flamarique (profesor de la UMA) en el escritorio Imery Urdaneta, que posteriormente se fusionó con Lega Abogados, lo que me ha permitido seguir creciendo tanto en lo personal como en lo profesional.  La formación en la Monteávila ha sido fundamental en el camino en el que me encuentro ahora. Allí nos enseñaron a dejar la mediocridad a un lado y que son las palabras, junto con tus acciones, las que definen la persona que eres; y que el esfuerzo, la perseverancia y el respeto siempre rinden grandes frutos.

Todavía me mantengo vinculada a mi alma máter. Sigo sus redes sociales, hago seguimiento a su página web, aunque admito que tengo tiempo que no escribo en la revista de Derecho y Sociedad, tengo que ponerme al día con esto. Compartir mi historia como egresada UMA significa consideración, amor y respeto. Significa ser parte de una comunidad de gigantes con historias asombrosas por narrar.

Siempre estaré agradecida con la Monteávila por brindarme esa oportunidad en 2010 y la atesoraré como una familia y un hogar. Mantuve la beca por excelencia académica con la ayuda de Dios, esfuerzo, perseverancia y apoyo de familiares y amigos. Sin una beca no hubiese logrado costear mis estudios en una universidad privada. 

Mirando hacia el futuro, sigo comprometida con mi carrera profesional, quiero completarla con el Doctorado en Derecho que comienzo en dos meses, para finalmente dedicarme al hogar, sin remordimientos académicos, cuando lleguen el matrimonio y los hijos.