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Los jóvenes tienen que soñar y eso también significa descubrir cómo hacerlo realidad

Oct 11, 2022

Algo cotidiano que hace la vida universitaria extraordinaria es compartir espacios, saberes, vivencias y propósitos con personas que nos visitan y se hacen parte de nosotros, a través del intercambio con autoridades, profesores y alumnos. Ocurre todos los días en la Monteávila, y la tarde del 28 de septiembre fue muy especial por nuestro primer encuentro con el obispo de Petare, monseñor Juan Carlos Bravo Salazar, quien nos trajo palabras de sabiduría y hermandad, y nos contagió de su gentileza y buen sentido del humor.

Desde que fue nombrado primer obispo de Petare en enero de este año, inició su recorrido para conocer todas las comunidades e instituciones que conforman la nueva diócesis erigida por el papa Francisco. A los pocos días de haber iniciado las clases vino a la universidad.

Cercano, con sencillez y humor, ofreció palabras significativas a los estudiantes, quienes le manifestaron sus inquietudes sobre el papel de la iglesia en la sociedad actual, cómo sentir el verdadero perdón, y cómo tener claridad y paz en los momentos inciertos, incluso ante las materias de la carrera que se tornan difíciles. 

Monseñor Bravo Salazar les recordó que los jóvenes tienen que soñar y que eso también significa descubrir cómo hacer realidad el sueño de lo que desean. Sobre la Iglesia, señaló que tiene que repensarse para poder llegar a caminos nuevos, donde el anuncio de Jesucristo sea exaltado, y los sacramentos sean parte de un proceso de formación de la vida cristiana y no solo uno requisito.

Acerca del perdón, les dijo que es eso lo que debe caracterizar a un cristiano, y que a través de su práctica regresamos nuevamente a Dios, para regresar a nosotros mismos. Frente a la incertidumbre, les aclaró que no hay fórmulas matemáticas y que el acto de imitar a Jesucristo es lo que lleva al camino de la reconciliación, la felicidad y la libertad.

Con nueve meses recorriendo y viviendo de cerca la cotidianidad de diversos sectores del municipio Sucre, monseñor Bravo Salazar tiene mucho que contar acerca de la realidad de su diócesis, y sobre eso conversó con autoridades y profesores de la Monteávila.

Luego de ser misionero durante doce años en Guasipati, fue nombrado obispo de la diócesis de Acarigua, donde estuvo durante seis años, hasta que fue sorprendido por la reciente decisión del Papa de traerlo a Caracas. Llegó a Petare con muy poca información, sin conocer cómo es la vida en esa inmensa parroquia, y durante su visita nos habló de su complejidad, diversidad y dinamismo. Así como de las necesidades de vivienda, alimentación, educación, salud, servicios públicos y seguridad que ha podido constatar en toda su extensión. 

En el proceso de organizar su diócesis, ha considerado fundamental acercarse a las instituciones de la jurisdicción para establecer lazos de afecto y colaboración, clave para articular acciones que le permitan cumplir la misión que se le ha encomendado. Monseñor Bravo Salazar vino acompañado por el padre José Luis Hernández, vicario pastoral, y Juan Rivas, gerente de Gestión Social de la Universidad Metropolitana, quienes lo apoyan en su trabajo pastoral.

También les contamos de nosotros y cómo se vive la inspiración cristiana en la Monteávila. El rector, Guillermo Fariñas Contreras, comenzó diciéndoles que somos una universidad inspirada en las enseñanzas de San Josemaría Escrivá de Balaguer, y sus ideas sobre educación y libertad. Nos describió como una institución abierta para todos, con sistemas de formación basados en la atención personalizada; que busca motivar, desde el ejemplo, al trabajo honrado, hecho con amor, y a estar al servicio de los demás de la mejor forma posible.

La vicerrectora académica, Carolina Amaya de Escobar, agregó información sobre quiénes somos como institución educativa y lo que significa ser una universidad con identidad cristiana, en la que cada uno es valorado por sí mismo y guiado a desarrollar sus potencialidades, desde sus propios intereses y talentos, siempre sobre la base de que lo primero y más importante es ser buenas personas. 
De Juan Carlos Vidal, director del Centro de Estudios para la Participación Ciudadana, conocieron los propósitos de ese espacio y el trabajo que hacemos desde allí en las comunidades del municipio Sucre.

Líderes comunitarias de ese municipio, formadas en los diplomados que ofrecemos en alianza con  la Asociación Civil Mujer y Ciudadanía, también fueron llamadas a compartir su pasión por el trabajo social con el obispo. Se mostraron identificadas con la interpretación que él hace sobre las precariedades que hay que gestionar en las parroquias de la diócesis, y coincidieron con él en cuanto a la solidaridad y la familiaridad que se encuentra en toda su gente.

Los momentos compartidos con monseñor Bravo Salazar fueron amenos, fraternos, de comunión. Quedaron temas pendientes para próximos encuentros, el tiempo se hizo corto. Sus palabras enriquecen y nos impulsan a la acción, para mejorarnos a nosotros mismos y ayudar a otros a mejorar.