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Los estudiantes son los pilotos de la nave de la educación universitaria

Oct 25, 2023

Alejandro Navas García estuvo de visita en la Monteávila por una semana, en la que nos compartió su visión y conocimientos en torno a temas como la educación; el dogmatismo, relativismo y tolerancia; y la opinión pública, el consenso y la verdad. Así mismo, fue el ponente de la lección inaugural de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, titulada “Big Data: hacia una sociedad del control”. 

Navas es licenciado y doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra, así como profesor de Sociología en la misma casa de estudios. Fue decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra de 1990 a 1996 y director del Departamento de Comunicación Pública de 1999 a 2005.

A Navas le gusta mucho la descripción de la universidad de un sociólogo español de Madrid, Víctor Pérez Díaz: la universidad es una conversación. Una que en el ámbito de las ciencias duras es sobre fenómenos observables en la naturaleza o en el laboratorio, y en el de las humanidades sobre textos. 

Navas explicó que esa conversación se da en un triple plano: entre docentes e investigadores, entre docentes y alumnos, y entre alumnos. “Si falla alguna de esas conversaciones, la vida de la universidad se empobrece, se depaupera, podría morir”, afirmó.

Concepto, retos y oportunidades de la educación

Respecto a la educación, Navas comentó que se trata de una necesidad porque el hombre es culto por naturaleza. “El hombre no tiene instinto, tiene cultura”, expresó. “El paradigma de todo aprendizaje y enseñanza es la lengua”, añadió. En este sentido, el profesor detalló que la convivencia y el trato son decisivos en la formación de la persona. 

A su vez, describió a la educación como la suma de los verbos enseñar y aprender, así como la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, lo feo de lo bello. Precisó que los agentes educativos por excelencia son la escuela, la familia y la iglesia, donde la segunda se ve amenazada por crisis tales como la ausencia del compartir en la comida familiar. “Sumado al caos familiar, hay un desbarajuste en el mundo de la didáctica”, señaló.   

“Lo que más asegura el éxito (escolar) es el número de libros que haya en el hogar familiar”, puntualizó. “La pantalla hace a los listos más listos, y a los tontos más tontos”, aseveró. Ante el reto de una educación en medio de un entorno tecnológico, considera que hay que tender a encargar actividades que requieran menos de la tecnología y más del papel y el contacto cara a cara, donde puede encontrarse una relación alumno-discípulo profunda.

Estado, vigilancia y tecnología

En la lección inaugural “Big Data: hacia una sociedad de control”, Navas expuso sobre el crecimiento del Estado moderno, el cual ha ocurrido gracias a los recursos ilimitados de la ciencia y la tecnología, la perfección que obtiene tras las revoluciones, y las guerras, que involucran a toda la nación. “Si el Estado enloquece y es perverso, es terrible”, advirtió.

El profesor apuntó que hoy los ojos de internet, Google, Facebook, Amazon y Apple, saben todo de nosotros, algo que los estados utilizan a su favor para supervisar a las personas. Referenció al autor Scott Galloway, quien plantea que los llamados “cuatro grandes” satisfacen respectivamente las demandas más básicas: de información, de afecto y pertenencia, de consumo y bienes, y de experiencia.

Mencionó que Internet era aparentemente el campo de la libertad, pero que en la práctica no ha sido del todo así. Dijo que China, en particular, “ha convertido Internet en una intranet”. De esta forma, se comporta como una policía de internet. 

Ante el aumento de la supervisión y el control que experimenta la civilización occidental, Navas afirmó que “El mundo se singapuriza. Y esto es inquietante”. “La libertad es un bien amenazado o por conquistar”, agregó. 

El profesor indicó que la minería de datos y el marketing digital son oportunidades de trabajo, donde el primero es un “terreno con futuro”.

¿Qué diría que es fundamental enseñar y aprender hoy en la universidad? 

En educación, durante siglos, parece que se tendió a subrayar el papel del docente, y había una idea del alumno, del discente, o del educando, como se dice así con el término técnico, el papel más pasivo, como mayor aceptor, escuchador. Y esto va cambiando. Incluso ya en la primera infancia se advierte el papel del propio bebé. Por eso, un término clave en la crianza de bebés es el de estimulación precoz. Hay que estimular porque ya el bebé tiene dentro de sí potencial, capacidad neuronal, mental, etc., para incorporar lenguas, habilidades… Eso es evidente en el ámbito de la universidad. Los alumnos son, en general, mayores de edad, legalmente hablando. Y lo que la universidad proporciona es un marco, una oferta física-material, un campus, unas aulas, una biblioteca, unos recursos, docencia. Y también, en un sitio como éste, docentes que están en principio asequibles para ir a hablar con ellos. 

Pero tiene que ser uno, el alumno, quien quiera aprovechar eso. Si él no quiere, no hay nada que hacer. Aprovechar eso, decir yo voy a ir a clase, voy a tomar notas, voy a estudiar, voy a hacer las prácticas, voy a consultar biografía y después voy a hacer vida universitaria, voy a conversar con otros alumnos. Con docentes. Hablar al hilo de lo que uno escucha en clases y conferencias o en lecturas, intercambiar, hablar, discutir, eso es obligado. Entonces yo creo que lo que se requiere hoy por parte del alumno es madurez para pilotar la propia nave de la educación. No es una imagen de la historia, tal vez. El piloto de la propia nave es el sujeto que quiere: quiero pensar, quiero profetizar, quiero preguntarme y preguntar por qué. Quiero sin esperar que me digan lee esto, haz esto. Madurez, porque esa gente ya técnicamente adulta. 

En la lección inaugural de la Facultad de Ciencias para la Comunicación e Información dijo a los estudiantes que para mantener la libertad hay que ser buenos en lo que hacemos. ¿Por qué eso preservará la libertad?

Sí, porque en una fábrica de tornillos, o de coches, ahí no hay problema, ¿no? Pero en un medio informativo, una agencia de publicidad, con frecuencia hay presiones, intereses. Por ejemplo, siempre, en todo, aún en el país más libre, hay tensión entre el reportero que hace crónica y quiere criticar a una empresa, y el de marketing que dice “Esta empresa no es para anuncios, no podemos ir contra ella”. O sea, hay conflictos entre la realidad financiera y la línea editorial. Siempre ha habido un enfrentamiento entre la línea editorial y la línea comercial. Es inevitable. ¿Qué debe primar? ¿La verdad, la denuncia, o el interés económico? ¿Ingresos de las empresas importantes?

Bien, entonces uno puede verse en situaciones de tener que escribir a favor de y en contra de porque el medio lo exige. Por supuesto, los medios tienen todos una línea editorial específica, propia. Unos tienen una línea más marcada, otros menos marcada, así que pues vamos cambiando según la tendencia del mediante, pues nos adaptamos a lo que venda, etc. Bueno, entonces, uno puede verse en conflictos, ¿no? Hacer una cobertura de un evento, al iniciar una crónica parlamentaria, municipal, etc. puede chocar con intereses. 

Entonces me refiero a que si uno es muy bueno, puede decir que no, esto yo no lo quiero hacer, no me envíes a mí a esa crónica porque ya sé que habrá problemas. O quiero hacer esto. Y si soy poco dócil o poco disciplinado, pero soy tan bueno, no quieren perderme. Entonces se le permite. Como a este le queremos, pues, lo dejamos aunque es un poco peculiar, no se integra del todo, no suscribe 100% a la línea, pero se lo permitimos. El que es muy competente, muy experto, gana libertad. Porque además, con frecuencia, en las empresas, el que más manda no es el dueño o el gerente. Tiene más poder, de hecho, un creativo. Uno que inventa producto y da la buena patente que luego se encuentra en el medio, o un comercial. A veces, la persona clave es alguien que ni está siquiera en la jerarquía de mando de la empresa. Un gran investigador, un gran docente, puede tener más peso que el rector. 

Hay que ver quién manda realmente, quién tiene influencia en el día a día de esa empresa o corporación. Y si uno es muy experto en lo que hace, pues eso le da autonomía. También sabe que si aquí no estoy contento y me voy, otro me está esperando para almorzar. Porque se sabe que un buen cocinero tiene donde ir, deja un restaurante y otro enseguida le llama. Un buen comercial, un buen creativo, un buen jugador de videojuegos. Si eres número uno en videojuegos, en ciencia, en póker, pues eso te da autonomía y libertad. Para estar cómodo en tu empresa, te da libertad. O para irte a otra si de repente el aire se vuelve irrespirable. 

¿Cuál debería ser el papel de la universidad en un panorama mundial como el que estamos viviendo?

Parece que el mundo vive una cierta crisis, una encrucijada. Según dicen las encuestas, el estado de ánimo de la opinión pública mundial es de inquietud, pesimismo, incertidumbre. Por motivos comprensibles. Una guerra en Ucrania, puede que ahora haya otra en el Medio Oriente. Inflación, burbuja inmobiliaria en China, burbuja de deuda en Occidente, posible pandemia, etc. Y aparte, problemas locales. Ahí, según dicen las encuestas, la gente, aunque igual está bien, también es muy típico en encuestas sobre cómo ve usted la situación, que la gente diga que le va bien en lo personal y vea el mundo  mal, con crisis y problemas. 

Es muy clásico, ver el entorno macro como problemático y el micro como sano y positivo. Es típico que uno diga, los políticos son corruptos, falsos y mentirosos, pero yo conozco un diputado que es una gran persona. O el concejal de mi barrio, que es vecino mío, es un tipo excelente. Los bancos son ladrones y codiciosos, aunque en mi oficina, el que me atiende a mí es un tipo excelente. Pero, efectivamente, el mundo está un poco inquieto y con desazón. Y en ese contexto, se echa en cara en el mundo general a las universidades que están como ausentes. Están calladas, no aportan, no contribuyen, se han como acomodado, aburguesado. 

Creo que lo que procede es, primero, ser conscientes de que el país pasa un momento crítico y desde aquí lo propio es analizar, investigar, formar opinión. Para ir al poder ,igual hay que entrar en un partido político, etc. Ese no es el papel de la universidad, pero sí que tiene que ser el papel de formar, estudio, reflexión y formar gente responsable que cuando salga a la calle piense en el bien común, actúe y se movilice. 

¿Qué impresión se lleva de Venezuela y la Universidad Monteávila? 

Bueno, yo he tenido en mi clase de Sociología de Pamplona, en primera fila, un año, a tres venezolanas top, además estaban en primera fila, a por todas, a aprender, o sea, venían con una motivación extrema. Eran gentes fabulosas. 

He visto que aquí (en la Monteávila) se vuelve a soñar con proyectos ambiciosos. Hoy es algo pequeño, pero prometedor. Luego he encontrado gente muy buena, gente valiosa, con ánimo, y me admira lo que encuentro.